El divorcio es una situación difícil de enfrentar para todas las partes de la familia. Muchas veces las crisis matrimoniales pueden superarse, pero otras simplemente terminan en divorcio.
Cuando hay niños de por medio, la situación puede variar. A veces, aunque ambos cónyuges son conscientes de tener un matrimonio infeliz, deciden no separarse para no dañar a los niños. Pero ¿es realmente beneficiosa esta decisión?
La percepción de los niños
Una pauta que puede aproximarnos a responder la pregunta anterior, es que los niños no deben vivir en un constante campo de batalla.
Las mujeres u hombres que deciden soportar a su cónyuge sólo para que los niños no salgan dañados de un divorcio, se condenan a una vida de infelicidad y frustración. Esto repercute directamente de forma negativa en los niños.
Cuando desaparece el respeto y el amor, y en su lugar aparecen los reproches, ambos cónyuges sufren mucho, como así también sufren los niños, quienes viven en un clima tenso y triste.
Aceptar el fracaso
Muchos matrimonios en realidad no pueden aceptar que han fracasado e interponen a los niños como una excusa para no afrontar el fracaso de su matrimonio. Esto no beneficia a nadie. Los niños sufren mucho al ver que sus padres se han vuelto enemigos y ambos cónyuges, al no aceptar el fracaso y acceder al divorcio, eliminan sus posibilidades de darse otra oportunidad, condenándose a sí mismos a una vida de frustración y desamor en la cual toda la familia resulta dañada.